octubre 15, 2008

Wölfe und Eskimos...

¿Cómo mata un esquimal a un lobo?

Ante todo, el esquimal cubre la hoja de su cuchillo con sangre de animal y la deja congelar. Después le añade otra capa de sangre, y otra, hasta que la hoja está completamente encubierta por la sangre helada.

Después el cazador sujeta el cuchillo en el suelo con la hoja para arriba. Cuando un lobo sigue su sensible olfato hasta el origen de olor y descubre la carnada, la lame gustando la sangre fresca congelada. Comienza a lamer más rápido, más y más vigorosamente, chupando la hoja hasta dejar desnudo el agudo filo. Febril ahora, más y más enérgicamente, el lobo lame la hoja de acero en la noche del Artico.

Tan vehemente se hace su sed de sangre que el lobo no nota la herida del filo desnudo de la navaja en su lengua ni reconoce el instante en que su insaciable sed está siendo satisfecha por su propia sangre caliente. Su apetito carnívoro sigue anhelando más. ¡Hasta que el amanecer lo encuentra muerto en la nieve!.


El relato es espantoso, pero ofrece una idea de la naturaleza consumidora y autodestructiva del pecado en el ser humano.

El hombre más sabio que ha existido, el Rey Salomón lo dijo así:

"Hay caminos que al hombre le parecen rectos,
pero que acaban por ser caminos de muerte".

Parecen caminos rectos... pero no lo son. Solo te muestran la fachada, el inicio espectacular; pero nunca te muestra el terrible final. Te muestran un producto atractivo, nunca su terrible y espantoso resultado. Nos pasa muchas veces las del lobo.

Pablo, el hombre que modeló el cristianismo, también dijo: "Porque la paga del pecado es muerte...". Es asombroso y aunque cuesta creerlo, no deja de ser cierto. El resultado de todo pecado es muerte. MATAR A DIOS, como propuso el filósofo Nietzche nunca será la solución, sino el comienzo del derrumbamiento de toda sociedad. Una sociedad que saca a Dios de su entorno, termina muriendo asfixiada por su egolatría. La historia no se equivoca.


Que en este día, podamos preguntarnos a nosotros mismos ¿Hacia donde nos dirigimos con nuestras acciones? ¿Hacia donde me llevan mis hábitos? ¿Cuál será el resultado de mi estilo de vida? ¿Dentro de un año estaré mejor o peor si continúo con los hábitos que ahora tengo?

Como dijera en otra ocasión, no es que nos roben las respuestas; no, lo que nos roban son las preguntas. No dejemos que nos las roben ahora, porque seguramente respuestas encontraremos... si somos leales y sinceros a nuestro ser interno.

Seamos listos, no muramos lamiendo nuestra propia sangre. Lo que nos parece gustoso y atractivo puede esconder cubierto en su interior un filoso cuchillo que nos puede llevar a la muerte. Hasta la próxima.

P.D.: Por cierto, Pablo termina diciendo:

...mientras que la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús,
nuestro Señor.

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