Observadores de la escena política de Estados Unidos afirman que el triunfo de Barack Obama, el primer afro-americano en ascender a la posición más alta de la nación constituye un hecho histórico sin precedentes. Obama toma las riendas del país en momentos en que la situación económica sigue siendo crítica donde aumenta el desempleo y los ciudadanos dudan de la capacidad de sus líderes. El nuevo presidente electo ha hecho gran número de promesas en casi todos los sectores de la vida del país y algunos observadores dudan que las promesas puedan cumplirse a corto o aún a largo plazo. Sin embargo, a juzgar por el entusiasmo con que su elección fue recibida no cabe duda que se están viviendo momentos históricos.
LAS LÁGRIMAS DE JESSE JACKSON
Jackson ha sido durante muchos años el candidato negro que más cerca estuvo de conseguir la nominación para el Partido Demócrata, en 1988. Durante las primarias del Partido Demócrata él y su hijo congresista mostraron su apoyo por Obama mientras que su esposa y otro de sus vástagos respaldaron a Hillary Clinton.
Durante los largos meses de campaña, los mítines de Obama fueron un espectáculo sobrecogedor de hombres y mujeres de color, que sufrieron la dureza de la segregación racial con rabia e impotencia, y que coincidían a la hora de señalar el orgullo que les producía el ver a uno de ellos en la carrera a la Casa Blanca. Las numerosas iglesias evangélicas afro-americanas han expresado su alegría ante la elección de Obama.
Muchos atribuyen su victoria a la obra de líderes como Martin Luther King, y los que lo acompañaron en la lucha por los derechos civiles. “La sangre derramada no fue en balde”, dijo Andrew Jones, compañero de King y embajador ante las Naciones Unidas. Añadió que sin las “mil muestras” de solidaridad y testimonio de las generaciones pasadas, estos eventos no estarían sucediendo".